Erase una vez que Pepito se puso a vender huevos dentro de una iglesia
¡Huevos, huevos, a peso cada uno!
Y el sacerdote muy molesto grita:
¡Saquen a ese niño de los huevos!
Y Pepito asustado le dice:
¡Padre, mejor de la orejita, mejor de la orejita!
¡Huevos, huevos, a peso cada uno!
Y el sacerdote muy molesto grita:
¡Saquen a ese niño de los huevos!
Y Pepito asustado le dice:
¡Padre, mejor de la orejita, mejor de la orejita!
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