Un rabino y un cura chocan en una avenida.
El rabino baja de su auto y auxilia al cura que está un poco perturbado.
- Padre, ¿está bien?
- Sí
- ¿Seguro?, fíjese bien.
- Si, estoy seguro.
- Gracias a Dios. Bueno, esto hay que festejarlo. Saca una botella y le ofrece un trago al cura, quien acepta gustoso para pasarse el susto
- Estamos bien, ¡gracias a Dios! Tómese otro traguito...
El cura toma otro traguito.
- Que alegría que estamos bien, padre, tome otro más.
En ese momento el cura pregunta extrañado:
- Rabino, ¿usted no toma?
- No, yo espero a la policía.
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